Armando una idea sobre lo que ando leyendo.

Armando una idea sobre lo que ando leyendo.
Gordo de Sebakis, Plataforma de Houellebecq

Me deprime Houellebecq, estoy leyendo Plataforma, y me deprime. Lo tomo como si el escritor, o la ficción que presenta el escritor, fuera este momento histórico, este ahora, que putamente vivo. Es la actitud de saber que están mal las cosas, o sea de tener una valoración negativa de lo que sucede en su alrededor mezclada con una resignación motivada por la impotencia del hombre solo que no puede vincularse con los otros. De hecho lo único que hace el protagonista es consumir: turismo, putas, después amor.


Es super deprimente.

Debería seguir viendo animes, Dragon Ball, Full Methal Alchemist, ahí los tipos están sosteniendo el universo literalmente con las manos y no lo sueltan. Ellos solos también, o sea, puede haber un krillin haciendo porras, pero en el fondo está solo Son Gohan, mano a mano wacho.

Vengo de leer a Sebakis, y su Gordo. Es otro retrato del hombre posmoderno. Inutil y sabio con una relación ambivalente con la sociedad, medio outsider, medio con ganas de que lo amen. En el libro menciona (entre miles de cosas) a Houellebecq. Acá también el protagonista consume, pero no puede parar, consume impávido lo que venga, imposible de llenarse. Experiencias, comidas, productos culturales, todo está al alcance, y el protagonista intenta superar su barrera física, el cuerpo, para meterselas adentro y de alguna forma validar la existencia.Es insaciablemente egoista, todo es alrededor de él.
Se vincula con los otros accidental o instrumentalmente, pero sin embargo intenta armar una comunidad, pero fracasa, los miembros son marginales, enfermos, desechables, como él.

Estos protagonistas se dejan llevar, se meten en quilombos que no terminan de comprender (a pesar de que no les interesa entenderlo). ¿Es eso el sello de la época? ¿Gano una especie de "no te metás"?

La Gran Bestia Posmo, como dice que le dicen Sebakis, es un autor joven, vanguardista en el sentido más puro de la palabra, está en la posta observando el devenir cultural desde la orilla rioplatense, intentando asimilarlo, sometiendo su sistema digestivo cultural a una gula irrefrenable. Yo llego a Houellebecq por él (y por Wiener). Cuando comienzo a leer al francés (masacrado por la traducción de Anagrama, pero ya hablaremos de eso en otra oportunidad) veo la superioridad narrativa (o al menos un mayor intento de construir una trama) pero el mismo problema, a estos personajes todo le chupa un huevo. O no. No les chupa un huevo. El sello editor (Milena Caserola) lo resume en el slogan de su blog: "Ni a favor ni en contra, sino todo lo contrario". Esa indefinición por la negativa con una discursividad rebelde maquilla ls imposibilidad de definirse, de saber que está todo mal. Eso se permea a estas obras, todos piensan como el  comediante de Watchmen : "ya fue todo". Y capaz tengan razón, pero el comediante prendía fuego todo. Estos se paralizan, como inmortales borgeanos, y el tema es ese, aún no llegaron a ese nivel.


Se la pasan haciendo, como en Las locuras de Isidoro, que arrancaba mangueando al tío, y en un par de cuadritos estaba manejando una base militar en la Antartida y los personajes no cambian, a lo sumo le jode un poco más la mina que tienen al lado. Una ligero malestar, nada más.

El tema del amor es el reflejo de esto. En el caso de Sebakis es un consumo más, uno de los pocos a los que el personaje no puede acceder, sin embargo es como carecer de mostaza, no es el fin del mundo es distinto en el libro del francés, en Plataforma, cuando el amor se va el tipo cae en un estado catatonico. Pasa que el libro de Houellebecq  es una novela de advertencia sobre este destino de consumo inhumanizante, en el que sus personajes están inmersos y no pueden escapar.